Porque aunque no lo quieras admitir, los años pasan más rápido de lo que parece y sabes perfectamente que tienes que hacer algo con tu cuerpo.
En el fondo sé perfectamente que te mueres de ganas de probarlo, sueñas con sentir esa sensación de poder decir al final del entrenamiento: ¡he podido terminar esa locura, estoy hecho un toro!
Pero luego no das el paso porque todo lo que estás acostumbrado es ver a machos heterosexuales entrenando que se llaman mutuamente “BRO” o “hermano”, se chocan las manos con los puños y entrenan sin camisetas y tú piensas que ese no es tu sitio… (Somos heterofriendly y no discriminamos a nadie 😉)